Si existe algo que Ainara Vera (Pamplona, 1985) abrace sin reservas, son las casualidades. Una de ellas fue su encuentro con Hayat, capitana del barco en el que viajaban Ainara y un equipo de rodaje desde la costa portuguesa a Groenlandia en pleno invierno de 2018.
Durante 20 días se la pasaron esquivando olas de 10 metros, pequeños - pero peligrosos - icebergs invisibles a los radares, aguas intranquilas, e internándose en la oscuridad absoluta. Esa suerte de amazona marina, en cuyas manos estaba la vida de Ainara y sus compañeros de rodaje, una noche de aquella aventura le contó parte de su vida a la cineasta navarra.
Ainara, egresada de Comunicación Audiovisual y metida de lleno en la realización de documentales, quedó atrapada en la historia de esa mujer que hablaba en inglés con acento francés, bajita, pelo domado en una cola de caballo, con una valentía que parecía inquebrantable, y que sólo si lo permitía dejaba ver por rendijas su vulnerabilidad.
En Polaris, el primer largometraje de Ainara y que le llevó dos años y medio de producción, seguimos a Hayat mientras navega por el Ártico, pero también vamos con ella en un viaje muy personal en el que se reencuentra con su hermana Laila y su sobrina recién nacida, en el que afloran los recuerdos no tan amenos del pasado y el horizonte promete tiempos mejores. Vemos a Hayat que se enfrenta a la hostilidad de un trabajo en el que predomina el machismo, pero que no se doblega.
Polaris es un excelente retrato que se estrenó en la sección paralela ACID del Festival de Cannes.
Convertirse en directora de cine
Cuando era pequeña vivía en un pueblo donde no había cines, además en mi familia no existía una cultura cinematográfica. Sin embargo, mi juego favorito era ser directora de cine (se ríe). No sé cómo pasó, pero pasó. Luego hasta los veintimuchos no me permití decirlo, verbalizarlo, entonces vi películas de Agnès Varda, en concreto Los espigadores y la espigadora (2000) y me dije: ¡ah, esto también podría hacerlo! Fue cuando me di permiso de decir que quería ser directora de cine. Me costó mucho permitirme verbalizarlo, pero estaba allí.
La importancia de la casualidad en su trayectoria artística
Me encanta pensar en eso porque para mí el documental tiene que ver con dejar que la realidad escriba la película contigo. Yo tengo un concepto, una idea de hacia dónde quiero ir, pero luego cuando empiezo la película me permito totalmente que pase lo que tenga que pasar, porque creo que en el mejor guion hay como una fuerza mayor de lo que mi cerebro pueda imaginar y dejo que eso entre en la película. Por eso le doy muchísima importancia a la casualidad.
"Dejarse hacer", perder el control en un rodaje de un documental
(Fiódor) Dostoyevski tiene una frase maravillosa: “Si sabes el por qué, encuentras la forma”. Con Polaris sabía exactamente a dónde quería ir. Un poco como el título, yo lo veía allí, a lo lejos; hay veces que rodeo, que voy para atrás, pero siempre veía como una especie de atmósfera, de aura que quería que tuviera la película. Si te mantienes fiel a una macro dirección, todo lo lo que venga es bienvenido. Es un poco como la vida, no sabes exactamente hacia dónde ir, pero encuentras la manera de no traicionarte.
Romper silencios y estructuras relacionadas con las mujeres
En Polaris es un elemento más y es que no podía obviarlo. Hayat es capitana de barco en el Ártico y su realidad es mucho más complicada de lo que aparece en la película. Se quedó sin trabajo porque la persona que iba a ser su acompañante en aquel empleo, había intentado abusar de ella.
Para Hayat fue un momento muy duro, se sintió tan sola que era necesario incluirlo en la película pero como un elemento más de un retrato mucho más amplio de un ser humano. Una parte de ese retrato es el hecho de ser mujer y ser mujer en el Ártico, ejerciendo una profesión que es todavía muy hostil para la mujer.
Luego está el tema de la madre. Se habla muy poco de las madres que no están allí, que no cuidan a sus hijos y de la herida que eso conlleva. Esas madres también existen. Me encantó cómo Hayat hablaba de su madre sin rencor, refiriéndose a ella desde la comprensión y su paz.
La intimidad y la grandeza del paisaje
Si la película fuera sobre mí, no pondría nada que no quisiera ver. Creo que el espectador es tremendamente sensible y siempre se pone de parte del más vulnerable, y en este caso el más débil es el que se está exponiendo. Por otra parte,pienso que la audiencia agradece que no traspases ciertas fronteras. Tenía muy claro que probablemente perdía claridad o una cierta fuerza dramática al respetar ese límite, pero sentía que los espectadores lo iban a agradecer.
Hayat me permitía ir de lo más grandioso como lo es el Ártico, a meterme en lo más minúsculo del cuidado de un bebé o de una casa perdida en el sur de Francia. Esa dicotomía me encanta, como también el contraste de su personalidad dura pero al mismo tiempo tremendamente frágil. Polaris remite a la polaridad y quería retratar precisamente que cuanto más extremo y cuanto más contraste, pues mejor.
Desarrollar un lenguaje visual propio y sentirse segura con el mismo
Tenía muy claro que no filmo si la imagen no me parece poderosa, si no vibra. Entonces si eres fiel a esa regla que te autoimpones, luego es más fácil montar la película. Me parece muy complicado y arriesgado filmar mucho y luego llenas tu línea de tiempo de planos que no dicen nada. En mi siguiente película quiero rodar incluso menos, es como más a tiro hecho, porque además de una disciplina, es una cuestión de respetar el lenguaje del cine.
De primera asistente de dirección a directora
Conocí a Victor (Kossakovsky, director de Aquarela y Gunda, 2018 y 2020 respectivamente) cuando estaba estudiando el máster (en Documental de Creación, Universidad Pompeu Fabra) y hemos estado trabajando juntos durante 10 años. Él me ha ayudado y enseñado a confiar en la realidad, que es algo que en el documental a veces te entra el vértigo porque es una cosa de fe: ¿pasará algo? ¿será interesante? ¿estaré preparada para filmarlo? Muchas veces dudo, pero al final suceden cosas si estás con los ojos y el alma abiertos. Luego puede que no pase nada espectacular pero sí pequeños milagros que iluminan la película.
La belleza de la profesión frente a la hostilidad
No creo que sea una cuestión de género. Ser documentalista precisamente es como acercarte a un iceberg; te estás aproximando a algo poderoso y bello como es la vida, pero al mismo tiempo en cualquier momento se puede dar la vuelta y te puedes quedar allí. Me encanta la dicotomía de la cosa bella que se puede volver en tu contra porque es algo que hace sentirte viva. Si bien te coloca muy límite, es desde allí donde ves las cosas más claras.
Filmografía (selección)
Dirección
Sertres (2014)
Hasta mañana, si dios quiere (2017)
Polaris (2022)
Asistente de dirección
Varicella (Victor Kossakovsky, 2015)
Asistente de dirección, segunda unidad cámara y co-editora
Aquarela (Victor Kossakovsky, 2018)
Asistente de dirección, co-guionista y co-editora
Gunda (Victor Kossakovsky, 2020)
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