Alejandra Márquez Abella
“El cine debe generar pensamiento no sólo emoción”

Texto: Janina Pérez Arias
Foto: Festival Internacional de Cine de Berlín

En 2019 Alejandra Márquez Abella (San Luis Potosí, México, 1982) fue incluida en la lista de 10 Directores a seguir (10 Directors to Watch) de la revista Variety. Para ese entonces la directora y guionista mexicana había estrenado Las niñas bien (basado en el libro homónimo de Guadalupe Loaeza), sobre el declive económico y social de unas mujeres de la alta clase social mexicana.

Alejandra confirmaba con su segundo largometraje su interés en sumergirse en las profundidades de la sociedad, revolver, remover, exponer de una manera delicada, sutil, pero a la vez contundente. Con El norte sobre el vacío se atrevería a más, explorando las violencias, el sentido de la pertenencia y nuevamente la inminente pérdida material pero también de lo intangible.

Formada en el ya desaparecido Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya (Barcelona, España), Alejandra ha alternado el cine con trabajos puntuales en la televisión, tanto en la dirección como en la escritura. Variety no se equivocó, sin dudas Alejandra es una extraordinaria directora a quien hay que seguirle la pista.

Las obsesiones

Soy una observadora, pero quizás lo que me obsesiona como cineasta es buscar nuevas formas de decir lo mismo. Siento que no hay mucho cambio en mi discurso, pero sí hay como otra manera de llegar a él, de volver a pensar en lo mismo, pero desde otro lugar. Si los cineastas tenemos alguna responsabilidad, yo diría que es empujar nuestros discursos y que entren como se pueda.

La justicia feminista

Si no hay justicia en la vida, pues que haya justicia feminista en la ficción. Quise hacer El Norte sobre el vacío porque de alguna forma es una observación a los hombres y a la construcción de la masculinidad, a los valores como el heroísmo o el coraje que se vinculan con los hombres y que les hace mucho daño a ellos también. Un poco de esa justicia feminista también les vendría bien a ellos.

Movimientos feministas en México

En las grandes ciudades del país sí se ha producido un cambio, sin duda ha habido un zangoloteo. Siento que explotó el volcán y ahora estamos lidiando con la explosión, aunque no sé si ya estamos del otro lado. En el México más rural, más alejado de las grandes ciudades, pues esto está como más lejano a suceder todavía, pero también hay algo observable ahí. Estamos en un proceso nada concluido, pero los procesos y los movimientos son buenos.

El lenguaje cinematográfico

Creo que los cineastas no le damos suficiente importancia al lenguaje cinematográfico, que es lo que te permite construir nuevas ideas y decir cosas más complejas desde lugares inimaginables para ti misma. No es que me gusten los vaqueros (explorados en El norte sobre el vacío) ni las señoras de la alta sociedad (abordadas en Las niñas bien), a mí lo que me gusta es decir cosas a través de imágenes y sonidos, y siempre se puede encontrar eso en cualquier lugar.

Al no darle la importancia suficiente al lenguaje cinematográfico, entonces ves una película que se parece a otra película, y esa se parece otra. Se produce pues como una repetición estilística y formal, y eso me parece grave. El cine debe generar pensamiento no sólo emoción. La emoción es sencilla, fácil.

Los símbolos en el cine

Para mí el cine es el uso de símbolos. El cine trabaja con símbolos puramente y es una codificación de imágenes y sonido que resulta en la percepción del espectador. Claro que te estableces reglas en cuanto a su uso. Puedes decir ‘pues voy a filmar animalitos’, pero luego te das cuenta que algunos de esos animales son prisioneros, sirven al humano, otros son libres, salvajes, y todo eso va creando nuevos significados. 

Obviamente uno funciona a partir de la intuición, hay muchas cosas que pasan atrás de la cabeza y que no estás controlando, y cuando de repente te conviertes en espectadora de tu propia película, descubres esas nuevas capas que ahí estaban como funcionando bajo sus propios medios, existiendo en paralelo en un mundo mental fuera de tu control.

Retratar la violencia

Estamos muy acostumbrados a ver la violencia narrada en los titulares, captada en muchas películas, pero la violencia se tiene que repensar y analizar mejor. Hace falta arrancar un tren de pensamiento que nos ayude a salir de ahí. En El norte sobre el vacío quise hablar de todas las violencias que nos atraviesan, no nada más de “la más espectacular”, sino también de aquella presente en la educación que le damos a nuestros niños, en la manera que tenemos de alimentarnos, la que está en la familia, así como en un montón de cosas, y cómo las mismas permanecen en todos los ámbitos.

Sin duda México está azotadísimo por una violencia que tiene muchas formas, pero también somos una sociedad que está llena de esperanza. Aunque esté normalizada y estemos hundidos en lo mismo de siempre desde hace muchos años, existen maneras de repensar la violencia para salir de ahí.

Sobre el bien y el mal

En la vida lo más sencillo es apuntar el dedo y decir que el malo es el otro. Es muy difícil reconocer nuestra propia maldad, nuestra propia corruptibilidad, sobre todo en países como los nuestros. Para mí es importante poder asumir que a veces estamos del lado del mal, a veces también estamos del lado del bien. No hay una claridad de quién es el bueno y quién es el malo.

Creo que también es muy difícil e incómodo ponernos en los zapatos del violento, pero siento que es un ejercicio necesario en el arte o en la ficción para poder avanzar.

 

Filmografía  (selección)

Semana Santa (2015)

Las niñas bien (2018)

El norte sobre el vacío (2022)

A Million Miles Away (2023)

 

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