Cristina Gallego
“A las mujeres nos cuesta pensarnos en grande” 

Texto: Janina Pérez Arias
Collage: María Pérez Martín

No cabe dudas de que Cristina Gallego (Bogotá, 1978) es una de las productoras latinoamericanas más arriesgadas de su generación. Egresada de la facultad de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia encontró en los platós de televisión la primera base para desarrollar sus habilidades como productora, destrezas que luego desplegaría en el cine como cofundadora de Ciudad Lunar Producciones (1998).

Después de varios años como la productora de las películas dirigidas por Ciro Guerra, con El abrazo de la serpiente Cristina destacó finalmente a nivel internacional como una de las mejores productoras de América Latina. Y es que después de su estreno en la Quincena de Realizadores de Cannes, además de todos los reconocimientos obtenidos, la cinta que se desarrolla a principios del siglo XX en pleno corazón de la selva amazónica, logró una candidatura al Oscar como Mejor película de habla no inglesa (Mejor Película Internacional), haciendo historia al ser la primera nominación para una producción colombiana. Detrás de ese éxito está Cristina, productora de un ambicioso proyecto, casi imposible de realizar.

El salto a la dirección lo daría con la también exitosa Pájaros de verano (codirigida con Guerra en 2018), sobre la llamada bonanza marimbera y la génesis de la comercialización de la marihuana hacia EE.UU., otro proyecto de alta factura y de temática explosiva. Aunque Cristina tiene como propósito volver a sentarse en la silla de la directora, recientemente asumió la producción de Los reyes del mundo (2022), la aclamada película de Laura Mora.

Soñar en grande

Me pasa una cosa —y es que tengo una particularidad— que no puedo pensar en chiquito. A las mujeres nos cuesta pensarnos en grande, pero lo que yo he soñado, se ha ido dando. No siento que me han encasillado, nunca he trabajado para ningún lugar. Más bien fui buscando las maneras de realizar esos sueños tan grandes que había tenido.

La sombra del caminante (dirigida por Ciro Guerra, 2004) fue mi primera película como productora; se estrenó, hizo una vuelta de festivales y es una película pequeñita que se vio en muchos lugares del mundo. Siempre pienso que uno está mirando las cosas afuera y hay que mirarse mucho hacia adentro.

Creas el mundo que te puedes imaginar. No es más chiquito, no es más grande, es el mundo que tienes en la cabeza. Yo tampoco creo que las películas sean de alto y bajo presupuesto, porque hay filmes con poco dinero que se ven muy grandes, un buen ejemplo es El abrazo de la serpiente (Ciro Guerra, 2015) que es una película de muy bajo presupuesto pero que se ve enorme. Ese filme siempre lo pensamos en grande, tenía que ser espectacular.

Hacer ruido

La mirada femenina no existe como tampoco existe la masculina. Creo que hay autores y hay miradas y todos somos tan diferentes. Nosotras —entre nosotras— no podemos ser más diferentes, no hacemos parte de un género ni de una mirada que nos protege o algo así.

Pero sí creo que ahora el mundo está mucho más ávido, no sé si es la audiencia realmente, pero sí sé que la industria está más abierta a que haya más espacio y más paridad, hay una intención de abrirse a otras miradas que no sean las preponderantes. Es una cosa muy de estudios cinematográficos, de productores y de financistas irse a miradas seguras, decantarse por las que generan respeto, como que los hombres se generan respeto entre sí, mientras que a nosotras nos miran hacia abajo, entonces tenemos que hacer un poco más de ruido para que nos vean.

Sobre la producción de Los reyes del mundo

Uno se vincula con los temas. Me llamó del proyecto el tema de la violencia, del desplazamiento, y ver la relación que hay de todo esto con la masculinidad, con el ejercicio de la imposición.

Luego están mis conexiones personales. Mi familia es de un pueblo de Antioquia, por eso tengo mucha cercanía con este territorio. Donde se desarrolla la historia es un lugar totalmente virgen, nunca se había filmado allí. Es un territorio cercado por la violencia y me interesó mucho explorar eso con Laura [Mora, la directora y guionista de Los reyes del mundo].

Sí que llegó un punto en el que me pregunté ‘qué estoy haciendo yo allí’ (se ríe), pero mi relación con la tierra y con esa historia ha sido muy fuerte. Pensaba en mi bisabuelo, a quien no conocí, pero sé que era una especie de palabrero en las disputas de tierras. La posesión de la tierra es un gran tema en el que se debate Colombia, así como en la riqueza que tiene el país en el suelo y subsuelo.

Creo que Los reyes del mundo era una película que generaba muchas preguntas y mucho deseo de hacerla, también se fue revelando como una cosa que en principio iba a ser más pequeña, pero fue creciendo y creciendo. Tuve la fortuna de poder encontrar coproductores que pudieran soportar todo esto y así generar una integración entre un grupo veterano y gente local con poca experiencia. Trabajamos en esa amalgama y en el respeto de las formas de entrar a un territorio donde se accede a través de permisos, con cuidado y muy despacio.

Hacer cine atravesadas por la violencia

Durante todo el proceso de la película, me gustó más pensar en las violencias que ejercemos internamente. Planteo la cuestión de la violencia como individuo.

Dentro de la autocrítica también digo que ese terreno de la violencia no pertenece solamente a la masculinidad, sino que es propio de los seres humanos. Creo que estaría bien, ante los conflictos externos, reconocerla adentro. Hacer ese reconocimiento nos podría ayudar como país a dejar de ver el enemigo en el otro y empezar a revisarnos internamente.

Colombia ha estado dándole la espalda a todo lo que ha pasado, al fenómeno del desplazamiento, de la violencia. Nos hemos hecho cómplices al hacernos la vista gorda y con el silencio, entonces reconocer esto es una cosa súper importante para el país. La película da voz a estas historias, además desde un punto de vista que genera mucha empatía.

Sobre el trabajo con Laura Mora

Hubo un trabajo de mucho feedback, de mucha escucha en el proceso de desarrollo, pero también de apoyo en situaciones en las que se sentía más frágil y un poco más perdida. Sin embargo, Laura es una persona de ideas muy fijas, y sabe lo que quiere hacer. Durante el rodaje y la postproducción aprendí a respetar su voz, tal vez a veces a aportar un poco más desde la compañía, desde el silencio para que ella buscara y fuera encontrando lo que quería contar.

Reconfigurar la vida

Estoy como en un tránsito de mi carrera. Hice mi primera película como codirectora, Pájaros de verano (2018), luego me fui a hacer una serie muy grande, Mexica, que fue una cosa increíble pero se paró por la pandemia, que también la dirigí con Ciro [Guerra] en igualdad de condiciones.

Durante la pandemia me tocó hacer también como una reconfiguración de la vida y me dediqué a hacer Los reyes del mundo. De modo que he estado en el proceso de desarrollar, pero no de echar a andar mis proyectos.

Como que se reactivaron muchos proyectos, también hay muchas series, y todo está como en cocción. Pero ahora tengo en mi cabeza un proyecto de época que se desarrolla en 1800, con guerras de independencia. Me cuesta pensar en chiquito…

 

Filmografía 

Productora

TV (selección)

Palenque (2003- 2006)

Ágora (2003 – 2006)

Anillo Visual (2003- 2006)

Cine (selección)

La sombra del caminante (Ciro Guerra, 2004)

Los viajes del viento (C. Guerra, 2009)

Edificio Royal (Iván Wild, 2012)

El viaje del acordeón (C. Guerra, 2015)

El abrazo de la serpiente (C. Guerra, 2015)

Brakland (Martin Skovbjerg, 2018)

Rubén Blades no es mi nombre [coproducción] (Abner Benaim, 2018)

Pájaros de verano [codirección] (C. Guerra, 2018)

Memoria [producción asociada] (Apichatpong Weerasethakul, 2021)

Los reyes del mundo (Laura Mora, 2022)

Dirección 

Pájaros de verano [codirección] (C. Guerra, 2018)

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