Isa Campo 
Vivir y entender el acoso a través de la ficción

Texto: Janina Pérez Arias   /  Edición: Mónica Urbina Pardo 
Foto La Termita Films - Jean Jacques Ader

A Isa Campo (Oviedo, 1975) no hay historia que se le resista. Esta aguerrida guionista puede partir de una idea abstracta, producto de la mera imaginación, como también de hechos o personas reales. La finalidad es siempre la misma: encadenarnos a la butaca (en el caso de sus películas) o al sofá (cuando hace series), pero sobre todo poner contra las cuerdas a la sociedad para generar nuevos debates.

Para la co fundadora de la productora La Termita Films, los suyos son temas altamente sensibles como los encuentros restaurativos entre Maixabel Lasa y los etarras que asesinaron a su esposo en el 2000, en la galardonada y polémica Maixabel (2021), una película con la que iniciaría la fructífera relación con la directora Icíar Bollaín. Soy Nevenka, la segunda colaboración con Bollaín, es una muestra más de la química entre estas cineastas.

Soy Nevenka, protagonizada por Mireia Oriol  y Urko Olazabal, se centra en el caso de Nevenka Fernández, quien en el 2000 era concejala de Hacienda en el ayuntamiento de Ponferrada (Castilla León, España), y demandó por acoso sexual a Ismael Álvarez, el alcalde de esa ciudad.

El caso sentó un precedente: Álvarez se convirtió en el primer político condenado por acoso sexual en España en 2002, una época en la que aún no existía el movimiento #MeToo, ni las multitudinarias marchas con las consignas ‘Ni una más, ni una menos’, ‘Yo sí te creo’ o ‘Tranquila hermana, aquí está tu manada’.

Fuentes del guion de Soy Nevenka

Leímos el manuscrito de Nevenka [El poder de la verdad, aún no publicado] mucho más tarde, cuando nosotras ya habíamos leído el libro de Juan José Millás [Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad, 2004], nos habíamos encontrado con gente en Ponferrada, la habíamos conocido a ella y habíamos tenido ya muchas sesiones de trabajo juntas.

En realidad ese manuscrito es más parte de la sanación posterior a la que no llegamos en la película, pero nos sirvió mucho para conocerla ahora, para conocer cómo leyó todo en retrospectiva.

Con Nevenka tuvimos reuniones interminables a distancia. También con su pareja, Lucas; con el abogado y el psicoanalista. Fue fascinante todo el proceso de documentación. Aprendimos mucho, claro.

Llegar al hueso de la historia

Dijimos: ‘tenemos que hablar en profundidad de todo’. Al construir en una hora y media la historia, condensar cosas que pasaron hace mucho tiempo, hay cosas que se van a perder por el camino, personajes que se van a fusionar.

Teníamos que hacerle entender a Nevenka cómo funcionaba el mecanismo de la ficción, para que no le tocaran las cosas y sobre todo no revictimizarla, eso era muy importante.

Ha sido enfrentarla a cosas durísimas. Teniendo en cuenta que había hecho un proceso personal muy fuerte, creíamos que las iba a poder asumir bien. Cuando le enseñamos el guión por primera vez, esas dos horas que duró la lectura de ella en solitario y nosotras en su casa en una habitación, encerradas esperando a que lo leyera, fue el momento de la verdad.

La concepción de Nevenka

La idea que todos teníamos de ella, sin conocerla y sin haber leído el libro de Millás, es la que transmitieron los medios de comunicación, y ya hemos visto que fue una barbaridad.

Alguien que había ganado un juicio, que lo había hecho impecable, te lo vendían como: ‘esta es una trepa, una liante’. Estábamos súper manipulados y la lectura fue esa. La sociedad tampoco estaba preparada para hacer una lectura como se haría ahora, pero claramente los medios fueron claves en la construcción de esa idea.

Ventajas de la ficción

En la ficción recorres su pasado junto a ella, vives el acoso con ella. La entiendes porque estás viviendo su bloqueo, y eso es importante porque, de lo contrario, cuestionas por qué no hizo esto o lo otro. Con la ficción lo vives, y dices ‘claro, es que no podía’. Entender eso es muy importante.

No revictimizar

Le dijimos a Nevenka que teníamos que mostrar cosas en pantalla que le iban a doler, pero es que si no lo hacíamos, no se iba a entender todo el proceso del acoso.

Tuvimos grados de planificación en dónde se va a fondo y se muestra una dureza horrorosa, y luego se matiza un poco más. El espectador no puede estar sufriendo siempre porque llega un momento en que se desvincula; si sufre desde el minuto uno hasta el final de la película, a la media hora dice ‘bueno, ya estoy anestesiado’. De manera que hay que hacer esa gradación.

También era muy importante preparar a Nevenka en el sentido de lo que iba a pasar, de la exposición, de que nosotras íbamos a pillar su vida y le íbamos a dar nuestro enfoque, pero que le ensenaríamos el guión en todo momento y le explicaríamos cada decisión… En el cine tenemos que condensar cosas o personajes que explicamos en una historia de dos o tres años.

La imagen de las víctimas

Con el tiempo cambian los enfoques que se critican, pero siempre se critica algo. La víctima siempre recibe una cosa inesperada que ella no ha buscado, la han maltratado, violentado, y de repente la sociedad asume que ella tiene que responsabilizarse de eso que le ha pasado y actuar de forma impecable. Además, como si alguien pudiera recibir toda esa violencia encima y reaccionar al momento estupendamente, no tener que procesar el trauma, no tener que hacer mil cosas. Siempre se cuestiona a la víctima.

En el caso del futbolista [Dani Alves, condenado por violación], la víctima anunció públicamente que renunciaba a la indemnización; lo está haciendo para que la gente le crea, para no pasar por lo que todas sus predecesoras han pasado, pero es tan injusto, porque tienes que demostrar que eres la víctima impecable.

La responsabilidad de una guionista

Cada película, libro o caso, abre debates nuevos. Parece que no se acaba nunca porque siempre hay un debate posible. En Francia, con el caso Pélicot, Soy Nevenka va a resonar de una manera completamente distinta.

Todo lo puedes leer de forma contemporánea, al final es un puzzle y nunca lo cubrimos del todo, porque la sociedad todavía funciona así, se van limando aristas, se van puliendo cosas, se van comprendiendo, pero siempre hay alguna falla.

El consentimiento

Hay avances en el tema del consentimiento. Ya no se cuestiona que dentro del matrimonio estés obligada a tener relaciones sexuales por el hecho del contrato matrimonial. También en el sentido de que si se acaba una relación que tenías o tú la paras en un momento dado, se entiende que ‘hasta aquí hubo ’ y que ‘a partir de ahora hay un no’, y eso se respeta. En aquel entonces [se refiere cuando estalla el caso Nevenka] esto era marciano.

Sin embargo, todavía existe la responsabilidad sobre las víctimas de ser perfectas, impecables, de erigirse en heroínas de algo que han sufrido sin querer. Todavía se cuestiona que no puedan salir a bailar, que no se les destroce toda la vida, porque entonces no son las víctimas perfectas. Cuando investigas sobre el maltrato en general ves que, por mucho discurso que se haya construido, aún no somos perfectos.

Filmografía  (selección)

Como guionista

Cine

Soy Nevenka, coescrita con Icíar Bollaín (2024)

Sobre todo de noche, coescrita con Andrea Queralt y Víctor Iriarte (2023)

Un año, una noche, coescrita con Isaki Lacuesta y Fran Araujo (2022)

Maixabel, coescrita con Icíar Bollaín (2021)

Entre dos aguas, coescrita con Isaki Lacuesta y Fran Araujo (2018)

La próxima piel, coescrita con Isaki Lacuesta y Fran Araujo (2016)

Televisión

Apagón, capítulos 3 y 5 (2022)

Como directora

Cine

La próxima piel, coescrita con Isaki Lacuesta  (2016)

Televisión

Apagón, capítulo 3 Confrontación (2022)

Mireia Oriol (como Nevenka  Fernández) y Urko Olazabal (como Ismael Álvarez) en Soy Nevenka, de Icíar Bollaín. Foto Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

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