Especial Festival de Cannes

Manuela Martelli, atravesar el miedo y la vulnerabilidad

Texto: Janina Pérez Arias
Collage: María Pérez Martin

Muchas han sido las películas en las que Manuela Martelli (Santiago de Chile, 1983) les puso cuerpo y alma a diversos personajes. Con Machuca (de Andrés Wood, 2004) trascendió las fronteras chilenas, pero lo que nadie sospechaba en aquel momento era que tenía el deseo de dirigir.

Después de concluir su formación paralela en Arte y en Interpretación, Manuela quiso perfeccionar en EE.UU. todo lo que había aprendido en los numerosos sets de rodaje. Después de realizar un par de exitosos cortometrajes, debutó en calidad de directora y guionista con 1976 en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de 2022.

Su primer largometraje 1976 se centra en Carmen (Aline Küppenheim), un ama de casa en su cincuentena, de clase acomodada, durante la dictadura de Augusto Pinochet, quien vivirá un despertar político y de compromiso humano con los perseguidos políticos. Vale destacar que el año 1976 pasó a la historia como el más cruento y terrorífico de la dictadura en Chile.

De actriz a directora

Partí al revés, me puse a actuar porque quería dirigir, y tenía mucha curiosidad de estar en un set. Actuar para mí tenía algo muy familiar, era muy natural porque mi mamá tenía una cámara, andaba por todas partes con ella, de modo que prácticamente crecí con esa cámara encima. Aunque mi intención fue siempre dirigir, no lo dije hasta mucho después, probablemente me daba cierto pudor decir a los 18 o 19 años que lo que quería era ser directora.

Sigo con proyectos como actriz que me interesan alternar con mi trabajo de dirección. Pero dirigir y actuar a la vez no lo haría, soy muy obsesiva como directora.

Asumir el set como directora

Como ya había pasado por un largo proceso de estar en un set de rodaje y había trabajado con tantos directores, creo que una de las cosas que aprendí fue a sentir miedo, tener una sensación de vulnerabilidad, el no saber lo que uno está haciendo, que es algo como medio transversal a todos los directores.

De alguna manera me sentí con la libertad de verbalizarlo, de decir: “de esto no tengo ni idea, esto no lo sé”. Para no sentir terror de estar ahí como directora, me rodeé de gente con la que yo sentía que podía tener un diálogo, tener confianza y emprender juntos una búsqueda. Eso fue lo que más me alivió.

Superar el miedo durante el rodaje

Obviamente uno siente mucho miedo. En el cine siempre hay muchas cosas que se ponen en contra, siempre pasa algo, como un accidente, que el auto de cierta escena nunca llegó o que de repente llueve…

Pero eso también es la maravilla de hacer cine; ese es el juego, la odisea, y ¡vamos hacia adelante! Porque al final la película también son todas esas batallas.

En ese sentido lo más maravilloso fue la colaboración. Además, venía de un proceso muy solitario, pasé mucho tiempo escribiendo y escribiendo, así como investigando, y de repente estar rodeada de tanta gente fue como un bálsamo, fue muy bonito.

Disfruté mucho el rodaje a pesar de que filmamos en mitad de la pandemia, con un presupuesto limitado, porque igual es una película pretenciosa en términos de producción, pero creo que el equipo fue lo que hizo de eso una experiencia muy gratificante y maravillosa.

El detonante de la historia de 1976

Fue muy interesante darme cuenta de las cosas de las que no se quieren hablar en una familia; las muertes conmocionan y se deja de hablar de ellas, los traumas se quedan atrapados, como cristalizados y no se exponen. 1976 son esos silencios, el de una mujer, el de una familia, el de los otros.

Encontré un material de mi familia en Súper 8 y me llamó la atención que todo lo filmado eran fiestas, momentos felices. Es que eso es lo que se suele registrar, no la tristeza en un funeral. Me pregunté entonces cuáles y cómo serían los momentos en off, los pedazos entre esos eventos felices. 1976 es justamente esos momentos entre las fiestas, entre los momentos de alegría.

Superar el trauma de género y el hecho de vivir en la dictadura

Para mí 1976 es una mínima pieza en ese proceso entero de superación. Chile está pasando por un buen momento en el que las mujeres están empoderadas y muy conscientes de cuáles son sus derechos. Tenemos una vocera de gobierno que es una mujer joven, fue diputada y formó parte de los recientes movimientos sociales que estuvieron liderados por cabros (chicos) jóvenes de 18 años. Esa fue la primera generación que perdió el miedo a la dictadura. Hechos como esos son muy reparadores, y creo que es un proceso que tendría que traspasar todas las áreas de la sociedad, desde la política más pura y dura, pasando por el arte y hasta el espacio público.

En el fondo nunca debemos dejar de revisar la historia desde distintos puntos de vista, darle importancia a narrar desde distintos lugares, hacer justicia a esas personas que no tuvieron ni tienen voz, sobre todo a las mujeres y a minoría marginadas que aún no tienen espacio.

Filmografía

Apnea (2015)

Marea de tierra (co-dirección con Amirah Tajdin, 2016)

1976 (2022)

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