Marianna Brennand
“Todo el tiempo las mujeres tenemos que abrir espacios para contar nuestras historias”

Texto: Janina Pérez Arias   /  Edición: Mónica Urbina Pardo 
Foto: Festival de Huelva

Durante ocho años la cineasta brasileña Marianna Brennand se dedicó a desarrollar un proyecto sobre abuso infantil y exploración sexual en una remota región amazónica. Dedicada a la no ficción (logró sobresalir con Francisco Brennand, 2012), lo imaginó primero como un documental, pero a medida que se sumergía en esa durísima realidad, tomó una decisión: sería una ficción.

El resultado es Manas, seleccionada en la Giornate degli Autori de la Mostra de Venecia (2024), de la que saldría galardonada con el Premio del Público. Ese fue el inicio de un extenso y premiado recorrido de una historia que no deja indiferente a nadie.

Esta producción brasileña-portuguesa cuenta de Marcielle ‘Tielle’ (Jamilli Correa), una niña de 13 años que vive con su familia en la Isla Marajó, donde desemboca el río Amazonas; adora a su hermana mayor, quien supuestamente se escapó ‘con un buen hombre’ que trabajaba en uno de los barcos que usualmente pasan por la región.

A medida que Tielle crece se da cuenta de que su entorno es una amenaza, de que su hermana huyó del padre abusivo y de la inacción de su madre, como también se percata de que los barcos son un centro de explotación sexual. El hogar de Tielle, anclado en ese lugar paradisiaco, se transforma en un infierno.

Manas constituye el grandioso debut en la ficción de esta directora, guionista y productora egresada de la Universidad de California en Santa Bárbara (UCSB). Con esta película, además de proponerse romper el silencio sobre los abusos hacia menores y la impunidad, Marianna ha puesto en marcha una campaña social.

El por qué Manas es una ficción

Éticamente no me sentía cómoda poniendo a mujeres y niñas frente a una cámara contando los abusos de los que fueron víctimas y sobre sus profundos traumas. Hacerlo era someterlas a otro tipo de violencia.

Durante el rodaje, además, consideré importante cuidar la salud mental y el bienestar psicológico del elenco de jóvenes, que son actores naturales. Aunque sabían que la película se trataba de explotación sexual y de abuso intrafamiliar, a los jóvenes no les mostré el guion completamente. En el tiempo de filmación fue fundamental crear un ambiente saludable tanto para los actores como para todo el equipo.

Retratar la violencia hacia las mujeres desde una mirada femenina

Contar una historia sobre mujeres y lo femenino a través de la perspectiva de una mujer marca una gran diferencia. Desde el inicio, incluyendo el proceso de escritura, tomé muchas decisiones, sobre todo no mostrar violencia gráfica.

Además traté de ser sincera, honesta y respetuosa con todas las historias que había escuchado de mujeres y niñas, de trabajadores sociales, y de todas las personas que trabajan ayudándolas en la isla de Marajó (región de Pará). También me propuse construir personajes profundos y complejos.

Uno de los mayores desafíos fue justamente plantear cómo retratar la violencia sin infligir más violencia. En ese sentido el cine posee la gran capacidad de mostrar actos violentos sin ser explícito, y sin embargo hacerla sentir porque de lo contrario no se puede llevar a cabo una transformación en el espectador.

Acercar a los espectadores

La realidad de los abusos es muy dura, por lo que me propuse no espantar a los espectadores, más bien acercarlos. En Manas la violencia está tratada de una manera sensible y emocional, logrando que el público conecte con la historia. Eso demuestra que podemos hablar de realidades duras y de violencia, pero con ética, respetuosa y sensiblemente.

Creo en el poder del cine como vehículo de transformación social y política, pero también creo en la posibilidad de lograr cambios en la medida que empatizas con lo que ves, por eso me propuse no alejar al espectador.

Para ello hay que despertar sentimientos, hacer que te pongas en el lugar de esa chica y entres en su fuero interior para ver cómo esa violencia afecta su cuerpo y su alma. Así al salir de la sala de cine dirás: ‘¡esto no es posible, estos abusos y violencia tienen que parar!’.

La base de una ficción creíble

La película tenía que ser capaz de tocar las emociones del espectador, pero a la vez tiene una base de documental. Nunca dejé de investigar, de reescribir, de comprobar hechos, quise asegurarme de que todo lo que había en la película no sólo fuera una fotografía que funcionara, sino también que fuese veraz.

Tuve un psicólogo que colaboró para construir los efectos del trauma en las chicas, también conté con dos activistas que están luchando por las víctimas en la región del Amazonas, así como con trabajadores sociales.

Por otro lado, mi equipo entendió lo que quería y trabajó conmigo para lograrlo. Todas las películas que me conmovieron y que tengo como referencias son aquellas que cuando las ves parecen tan reales que ni siquiera piensas que están actuando. Cuando funciona ese cruce entre ficción y realidad, el resultado es hermoso y poderoso.

Los abusos en Brasil

Manas cuenta una realidad muy particular del norte de Brasil, pero no tienes que vivir allí para sufrir abusos. En Brasil el porcentaje de violaciones dentro de los hogares es del 73%, el peligro es mayor cuando se está rodeada de personas en las que deberíamos confiar, más que en las calles. ¡Eso es horrible!

Además cuanto más poder tiene tu abusador, más difícil es salir de esa situación. El agresor puede ser el dueño de la cadena de televisión donde trabajas y te amenaza, o piensas que si denuncias, perderás tu trabajo.

El (des)interés de la industria cinematográfica

Al intentar vender la película, muchas veces escuchamos cosas como ‘me encanta, es un hermoso debut, pero la gente no quiere ver esta historia en este momento...’. Sin embargo el recorrido de Manas demuestra lo contrario. La gente sí quiere ver estas historias cuando se hacen con cuidado, respeto, y desde la perspectiva de una mujer, con una narrativa poderosa y conmovedora. Los premios [en la Mostra de Venecia, el Festival de Río, el de Sao Paulo, Palm Springs, Huelva, etc] y la respuesta del público legitiman que la gente quiere ver películas como estas.

Pudimos financiar Manas de forma independiente, con Carolina Benevides como productora y coguionista; tuvimos el control sobre la película, y no la hubiéramos hecho sin tener plena libertad de decisión.

Todo el tiempo las mujeres tenemos que abrir espacios para contar nuestras historias, por eso espero que otras mujeres se sientan fuertes y animadas para seguir contándolas. Quiero intentar arrojar luz y romper el silencio hacia estos temas, inspirar a las mujeres, así como incentivar justicia social y mejores leyes.

Silenciar a las mujeres

La presión sobre las mujeres siempre es mayor. El deseo de silenciarnos, sin importar dónde estemos o lo que estemos haciendo, siempre está allí. En la industria cinematográfica existe esa intención también a nivel creativo. Sin importar si eres mujer o no, aparece un financista, productor o distribuidor que te dirá que no le gusta el final o que esto o aquello no está bien.

Hacer Manas fue una decisión personal, no me contrataron para hacerla. Creí en la urgencia del tema y que necesitábamos darle visibilidad, hablar de los abusos, y eso sólo lo puedes lograr con una completa libertad artística, pero con ética y respeto hacia las mujeres.

Filmografía  

Como directora

Manas (2024)

Francisco Brennand (2012)

O Coco, A Roda, O Pnêu e O Farol (2007)

Como productora

Noites de Festival (miniserie, 2020)

Danado de Bom (2016)

Escena de 'Manas.  Foto: Festival de Huelva

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