Ms. Meritxell Colell
Directora y guionista

Texto: Janina Pérez Arias
Collage: María Pérez Martín

Para dar el paso de la edición a la dirección de su primer largometraje, a Merixell Colell (Barcelona, 1983) le llevó algo de tiempo deshacerse del sentimiento de la responsabilidad y del miedo.

Se dio cuenta de que el oficio se mete en la piel accionando el botón de reset, lanzándose, “aprender haciendo”, tal como dice, pero también al abrazar las imperfecciones y el riesgo. 

Graduada en Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra, Meritxell hizo las Américas, como se decía antaño, y fue a parar a Buenos Aires donde prosiguió con sus estudios de cine y a foguearse como montadora.

Volvió a Barcelona con ganas de hacer una película sobre el pueblo de su abuela y “las emociones de la distancia”. Del deseo y del reset mental surgió Con el viento (2018), protagonizada por la coreógrafa y bailarina Mónica García, persona clave para Meritxell y que también estelariza Dúo (2022) junto a Gonzálo Cunill, una road movie de tono intimista filmada en el norte de Argentina.

¿Cómo llegaste a convertirte en directora? ¿Cuándo te diste cuenta que esto era lo que querías hacer?

Pienso que una no se convierte en directora, es cineasta (haga o no películas). Ser cineasta tiene que ver con una actitud respecto el mundo, con una mirada y una posición. En este sentido, soy cineasta incluso desde muy pequeña. Toda mi vida la he vivido encuadrando, enmarcando lo que me rodeaba y, sobre todo, viendo muchísimo cine.

El cine te ofrece siempre un lugar en el mundo, siempre nuevo, siempre distinto, y siempre resonante para con tu experiencia vital. Si bien es cierto que hasta que conocí el cine de Jonas Mekas pensaba que no podría dirigir, que no tenía el saber hacer de lo que se entiende por director (eso fue en los tiempos de la universidad), fue la experiencia en Buenos Aires lo que me brindó la necesidad de escribir primero y dirigir después lo que fue mi primer largometraje como directora, Con el viento. Y es que hay algo de eso. Dirigir tiene que ver con una necesidad de dar forma a algo interior y de compartir.

¿Qué se necesita para ser directora?

Diría que lo más importante es la escucha y la atención. Entender ese rol de “dirigir” como un acto de prestar atención (y cuidado), observar y escuchar profundamente y también de amar, de fascinarse. Aquello que (el director y guionista) Ermanno Olmi nombraba como un acto de postazione para que el asombro tenga lugar. En este sentido, añadiría que algo fundamental es el aprender a aprender (como decía Dolors Vilanova, maestra y pedagoga) constantemente para intentar trabajar siempre desde el respeto y la honestidad para con la realidad que retratamos.

¿Qué recuerdos tienes de tu primera experiencia profesional?

Llegué al cine a través del montaje. Como montadora recuerdo no dormir, pensando y repensando una y otra vez la película que estábamos construyendo en ese momento (en 2006), soñar constantemente con las personas y los espacios que habitaban en ella. Eso es algo que aún se mantiene en mí.

Cuando estamos en un proceso de creación (sea cual sea el estadio en el que se halle la película), ésta siempre se revela a través de los sueños o en estados de vigilia, como un temblor que sacude el cuerpo y necesita ser traducido en bloques de 'movimiento-duración' (como dice el filósofo Gilles Deleuze).

También recuerdo los nervios, la inquietud, el estómago removido en rodaje, así como la innombrable emoción cuando encontré a la persona que encarnaría a la protagonista de Con el viento. Hallar las personas y los espacios es hacer real la película. Es indescriptible ese encuentro, la emoción que hay detrás.

¿Qué es lo más difícil y qué es lo más placentero de tu trabajo?

Quizás lo más difícil es gestionar la espera constante en la que vivimos. Esperar una subvención, un estreno en un festival. Conseguir que la película se pueda hacer y se pueda ver. Pensar de qué formas una puede estar activa en esa espera y ser lo más creativa posible (en términos de viabilidad) para hacerlo posible. Y eso pasa siempre por el equipo, que sería lo más placentero del trabajo (cuando se encuentran las personas idóneas). Aprender y compartir como una constante, sentir como creces, como persona y como cineasta, junto a las personas con las que hacemos lo que tanto amamos: cine.

El cine es un arte colectivo y es maravilloso sentir como lo personal se va haciendo más y más colectivo, también con la experiencia con el público. Todo ello permite que no solo vivamos muchas vidas, sino que podamos comprender y vivir a través/con el punto de vista y cosmovisión de los otros. El cine es el arte de con(tacto) con la otredad, y eso es lo más placentero en lo que hacemos.

¿Cuál es la experiencia más gratificante de tu vida profesional? ¿Cuál es la menos grata, cómo la superaste y qué aprendiste?

Lo grato y no grato van de la mano. Tiene que ver con las frustraciones y la toma de conciencia de las limitaciones propias, como persona, y también de cada proyecto. En una película influyen tantísimos factores (económicos, humanos, circunstanciales...) que es casi un milagro lograr que salga adelante, con sus irregularidades. Eso es algo duro de asumir y al mismo tiempo es un motor de búsqueda, lo que nos permite seguir explorando nuevas formas y caminos, como también seguir haciendo películas para expandir los límites.

Toda película es un salto al vacío y eso produce un gran vértigo. Una puede quedarse ahí, desconsolada por no haber logrado lo deseado o seguir luchando e iniciar nuevos procesos creativos; porque a algunas cineastas nos gusta pensar en el cine como un oficio que se aprende haciendo y en el que la obra no existe de forma individual sino que tiene que ver con un recorrido y, por lo tanto, con la constelación que constituye el conjunto de películas que logramos sacar adelante y también de los proyectos que quedaron en un cajón pero que influyen (mucho) en las obras venideras. Lo más grato está en el hecho mismo del proceso creativo, que en sí mismo es agente de cambio tanto interno como externo.

¿Quiénes han sido tus fuentes de inspiración? O ¿dónde has encontrado tus fuentes de inspiración?

Me considero una persona más cinéfila que cineasta, por lo que el universo cinematográfico que me acompaña es muy amplio, pero hay algunos cineastas que dieron un vuelco a mi vida, me sacudieron e inspiraron tanto en el cine como en la vida. Antes nombraba a Jonas Mekas, también están Chantal Akerman, Roberto Rossellini, Robert Bresson, Hou Hsiao-Hsien, Maya Deren, F. W. Murnau, Cecilia Bartolomé, Jean Epstein o las primeras películas de Naomi Kawase.

Las referencias e inspiraciones están en constante movimiento y, de hecho, cineastas contemporáneas como Jessica Sarah Rindland, Milagros Mummenthaler, Kiro Russo, Jonás Trueba o Rita Acevedo han calado enormemente en mí y han abierto nuevos caminos.

También es una fuente de inspiración enorme la poesía, la danza o la música, porque no hay cine, para mí, sin ellos. Luego está la vida. Una exposición, una performance, una obra de danza, son grandes detonadores de impresiones, sensaciones, emociones e imágenes-sonido; también los espacios y las personas que nos vamos encontrando en la vida (o los que la configuran) también le dan forma a nuestra mirada y, por lo tanto, al cine que hacemos.

¿Cómo pueden las mujeres lograr mejores condiciones de trabajo en la industria audiovisual?

Es una pregunta compleja y a la que se está intentando responder y trabajar para mejorar la situación de la mujer, no sólo en la industria audiovisual, sino en todos los campos de la sociedad. Hay iniciativas de colectivos como Dones Visualsque tienen acciones y propuestas que responden a esas necesidades; la creación de directorios y el asociacionismo son fundamentales en este sentido.

Personalmente siento que la mejor forma de lograr presencia y constancia de la mujer, es hacer. Entender que para nosotras hacer cine es una realidad, que no es algo aislado o puntual. Aquí la lucha es trabajar para intentar hacer que la diversidad, la pluralidad y todo aquello que está en el margen exista y sea visible; para ello, el colectivo, el sentido común y comunitario, es más necesario que nunca. No dar nada por sentado y, a la vez, luchar por hacer posible lo que parece improbable. Por ello hay que estar en movimiento constante y trabajar, desde el presente de cada una, para generar un pequeño temblor subterráneo que nos permita que aquello que hoy precisa ser reivindicado, tal como el ser mujer en esta industria, no tenga que ser nombrado en el futuro.

¿Cómo se consigue una mayor visibilidad de las mujeres de la industria audiovisual?

El directorio creado por Dones Visuals es una gran herramienta de visibilización. Por otro lado, está la presencia en medios de comunicación y la generación de redes que nos permitan estar contactadas. Pero siempre pienso que es una pregunta que responderían mejor analistas, agentes de visibilización e incluso sociólogos. Personalmente, pienso que también es importante compartir referentes que han quedado invisibilizadas.

¿Qué consejo le darías a las personas que quieren seguir tus pasos?

Tomar riesgos, escuchar y crear vínculos, buscar sin cesar, acercarse a la otredad desde la máxima honestidad posible, amor y confianza. También mucha, mucha, tenacidad.

Filmografia

Cortos- y mediometrajes (selección)

Barcelona-París-Barcelona (2004)

Manuscrit a la ciutat (2006)

Recordant Buenos Aires (2007)

Arquitectures en silenci (2014)

Autogestió (2017)

Ito Shinsui. Tradició i modernitat (2018)

La ciutat a la vora (2022)


Largometrajes

Con el viento (2018)

Transoceánicas (co- dirección con Lucía Vassallo, 2020)

Dúo (2022)

Lejos de los árboles (en desarrollo)

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