Tatiana Huezo, obsesionada con la verdad

Texto: Janina Pérez Arias
Collage: María Pérez Martin

Tatiana Huezo (San Salvador, 1972) sabía que tarde o temprano le llegaría el momento de saltar a la ficción, para ello aceptó tomar una historia ajena que terminó haciéndola muy suya. El resultado de Noche de fuego no pudo ser mejor.

Si bien tuvo que adaptarse a una nueva forma de trabajo que distaba de sus años como documentalista y a enfrentarse a muchos desafíos, una cosa nunca abandonó: su obsesión por la búsqueda de la verdad, algo que ha constituido prácticamente su norte y que sin dudas contribuyó a desarrollar un instinto único a la hora de descubrir historias, observarlas y captarlas para llevarlas a la gran pantalla.

Basada en Prayers for the Stolen —un bestseller publicado en 2014 por la autora mexicana-estadounidense Jennifer Clement—, cuenta la historia de tres niñas en una zona montañosa de México, adherida a la plantación de amapolas y acechada por los carteles. La condición femenina en un contexto de extrema violencia, nos habla de una realidad que carcome el alma.

Noche de fuego ha marcado un hito no solo en la vida y carrera artística de Tatiana, sino también en la cinematografía hispanohablante.

La necesidad de saltar a la ficción

Necesitaba un nuevo reto en mi camino. Cada película ha sido un desafío enorme, de superar muchos obstáculos, de llevar más lejos la forma estética y narrativa de los documentales. En Tempestad había tomado ya muchos riesgos. Me encantan los retos y esta era una oportunidad perfecta para dar otro paso.

Yo no veía muy lejos el mundo de la ficción porque en mis películas, de alguna manera, hay todo un tratamiento dramático del espacio, de la construcción de los personajes. También procuro siempre tener una estructura dramática en donde los eventos están organizados con una progresión, donde hay un corazón, un clímax y a partir de allí construyo lo demás.

Suelo investigar uno o dos años antes de empezar a filmar, porque quiero saber cómo se ve, de qué color es mi película, cuáles son las atmósferas; son elementos que necesito para construir el mundo sensorial y el viaje emocional de las películas documentales.

En ese sentido siento que la ficción es exactamente lo mismo. Una película es una película, no importa si es documental o ficción. Una película es un viaje emocional, es trasladar una experiencia humana y ponerla en la pantalla, caminar con un personaje, abrazarlo, entrar en un mundo diferente y en la piel de otro. Para mí son lo mismo, esa es la esencia y el objetivo.

Adaptar la novela Prayers for the Stolen al cine

Noche de fuego empezó como un encargo y yo no sé trabajar así. Soy una directora que todo el tiempo está explorando cosas muy personales, que tiene viajes muy internos y muy emocionales, entonces me cuesta identificarme con algo si no lo llevo a mi terreno.

La adaptación fue una propuesta de Nicolás Celis que es el productor de esta y de mis dos películas anteriores (Tempestad y El lugar más pequeño)  Nicolás es casi un compañero de vida, somos familia, hermanos, nos queremos y admiramos mutuamente; él ha sido un gran impulsor de mi camino y siempre ha guardado un respeto absoluto por lo que yo hago, me ha dejado ser libre y eso para mí es fundamental porque no sé trabajar de otra manera.

Después de leer el libro no me lo pensé mucho, acepté de inmediato, estaba segura de que podría hacer la película, a pesar de que me daban miedo las expectativas que tuvieran los productores de una adaptación muy fiel, porque a mí me habían gustado ciertas partes específicas más que otras.

Elementos de la novela que quiso resaltar

Uno de los aspectos que más me atrajo fue el de la niñez. En aquel momento estaba sumergida en una investigación sobre la infancia para un nuevo documental, además soy mamá de una niña de nueve años, por lo que estoy metida en ese universo quiera o no. Ver crecer a mi hija me lleva a mirar hacia atrás.

Al tratarse de mi primer guion adaptado, necesitaba hacer mía la historia, abordarla con mucha libertad, emprender una búsqueda y una exploración personal; pero sobre todo lo quería hacer como siempre he hecho cine que es con mi intuición y mis tripas, lo único que tengo.

Las dificultades y diferencias de la experiencia en la ficción

El modo de producción es radicalmente diferente y complicado en comparación con los documentales que había rodado. Entonces sí fue un reto enorme en ese sentido. De trasladarme a trabajar con un equipo de más de 100 personas, cuando siempre he trabajado con mis siete o diez compañeros para hacer los documentales como lo he hecho durante 20 y 15 años, mi sonidista, mi fotógrafo, mi montadora, mi post productor. Se trata de un equipo muy consolidado con el que me siento muy bien trabajando. Para el rodaje de Noche de Fuego no contaba con mi equipo de siempre, exceptuando el sonidista Federico González y el productor Nicolás Celis.

Aunque hace 20 años trabajo con mi fotógrafo Ernesto Pardo, fue muy emocionante poder trabajar con la fotógrafa Dariela Ludlow. Desde que escribí el guion, ya tenía un pulso en las acciones y las secuencias, por lo que sabía que iba a ser una película con cámara al hombro y no cualquiera puede hacerlo.

Dariela es una gran operadora de cámara y tiene un ojo increíble para la luz, tiene un feeling especial, además es madre y ha hecho documentales. Entonces hubo muchas cosas que me decían que ella era la persona idónea y no me equivoqué, hizo un trabajo extraordinario.

Sobre la búsqueda de la verdad

La búsqueda de la verdad era mi obsesión. Viniendo del documental y sabiendo el peso que tiene la verdad de un ser humano al que le sucede algo y que ha llenado mi mundo durante tantos años, esa búsqueda ha constituido mi brújula, mi termómetro, mi olfato en todo momento.

Al haber trabajado con la realidad y tener esa búsqueda como norte, se me ha desarrollado un instinto, una capacidad de observación, de reconocer emociones y de sentir. Mientras estoy en el proceso creativo o durante el rodaje de escenas, cuando reconoces algo y en la medida que te pasen cosas emocionalmente, es la medida en la que vas a poder transmitirlas. No hay otro camino.

Personajes femeninos en un contexto de violencia

En Noche de fuego una de las líneas narrativas principales es el contexto, que es como un monstruo que envuelve la historia. No lo vemos, pero está allí latente. Es manifiesta la manera como la condición femenina está tan expuesta a la brutalidad cuando el contexto es violento.

En ese sentido para mí era muy importante construir con mucha sutileza y con mucha finura esta vulnerabilidad a la que están expuestas las niñas, su enorme fragilidad y la verdad es que la forma como sentí que había que construirla era vinculándonos a ellas, a sus juegos, a sus cosas más pequeñas, a quererlas, a identificarnos con ellas.

Para mí era importante la construcción de los personajes femeninos, alejarme de los clichés, pero tampoco quería definirlas totalmente como se suele definir a la mujer en el cine, con esa perspectiva de cómo tiene que ser o cómo tenemos que ser. Eso me parece aburrido y por eso quería construir personajes reales, contradictorios, con claroscuros, más contestatarios y que adquirieran un pensamiento crítico, que cuestionaran su mundo y que cuestionaran a sus madres.

Hui a toda costa de construir a víctimas. Ya que, si bien son víctimas, me niego a tratarlas como tal porque me parece que son mucho más que eso. Esos personajes femeninos son semillas, son mujeres fuertes, rebeldes, contestatarias que seguramente van a poder incidir en su realidad. Así me imaginaba a esas niñas cuando se conviertan en mujeres adultas.

Situación de las mujeres directoras en la industria cinematográfica mexicana

Siento que por lo menos en México hay un gran boom, un enorme crecimiento de la industria cinematográfica. Cada vez hay más directoras y definitivamente estamos haciendo más películas, sin embargo, está totalmente desbalanceado.

Si bien hay más mujeres en la industria, no contamos aún con un equilibrado todavía. No obstante, se están contando muchas historias nuevas desde una mirada, una perspectiva más alejada de lo masculino, con una construcción de personajes diferente.

Me acuerdo que en 2017 gané un Ariel por Mejor dirección por Tempestad. Cuando salí a hablar con la prensa, todos me preguntaban que qué se sentía ser la primera mujer en ganar un Ariel como directora. Yo no sabía qué contestar, pensaba que la pregunta era un error, porque ¿cómo iba a ser yo la primera mujer que ganaba un Ariel si la academia existe desde hace 70 años?, ¡no puede ser! Además, los cineastas somos gente abierta, creativa e inteligente. Al menos eso quiero pensar. Pero en efecto, fui la primera.

Filmografía

Largometrajes

Noche de fuego (2021)

Tempestad (2016)

El lugar más pequeño (2011)

Cortometrajes 

El aula vacía (2015, colectivo)

Ausencias (2015)

El ombligo del mundo (2001)

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