Valérie Delpierre
“Tengo toda la ambición del mundo para cada película que hago”

Texto: Janina Pérez Arias   /  Edición: Mónica Urbina Pardo 
Foto: Inicia Films 

La intención de Valérie Delpierre (Mónaco, 1971) al fundar Inicia Films en 2006 era clara: desarrollar proyectos de nuevos talentos y lanzarlos al ruedo internacional. El conjuro no se lo llevó el viento, como ejemplo allí están Carla Simón con Estiu 1993, Pilar Palomero con Las niñas, La maternal y Los destellos, así como Estíbaliz Urresola Solaguren con 20.000 especies de abejas, para poner apenas un par de ejemplos, películas multipremiadas tanto en España como en el ruedo internacional.

Valérie ha dado muestras del buen olfato a la hora de descubrir historias y cineastas, pero sobre todo se le celebra el hecho de impulsar el cine hecho por mujeres, fomentando operas primas, como también desafiando la maldición del segundo largometraje.

Sin dudas Valérie es una productora temeraria pero que mantiene el corazón abierto, una extraña mezcla que han logrado pocos profesionales de la industria audiovisual en España. Así mismo ha entendido que para transformar el negocio de hacer cine es necesario hacerlo desde las entrañas, lo cual explica su actividad en la Academia de Cine español, la Federación de productores PROA o en la European Film Academy.

Renuncia y sacrificio para perseguir un objetivo profesional

Yo no puedo entender mi trabajo sin pasar por una renuncia de mi persona porque mi forma de trabajar me representa, no puedo distinguir mi yo, mi actitud hacia los demás. Tengo principios de vida, sobre todo el respeto profesional hacia la diversidad, a las realidades de cada cual, a asumir que no lo sabes todo.

Luego está la intuición que nos sirve mucho en nuestro trabajo, y eso te dicta movimientos que quizás no sabrías explicar, pero sabes que es lo correcto. Y si me equivoco, ¡no pasa nada! Pero no haber obrado en lo que yo considero lo correcto, lo justo, lo empático, no funciona si no está en todas las capas de mi vida.

Al final del día me voy a dormir y yo soy todas esas personas que se han cruzado con los demás, entonces es una cuestión de dignidad propia y de respeto a la dignidad de los otros.

Con todo esto, tengo que decir que me equivoco muchas veces, quizás sin darme cuenta o a veces renuncio en un momento puntual a esos principios, pero no es la norma. Lo que no puedo es sacrificar nunca son mis valores por un fin profesional o personal. Eso no puede pasar. Por eso me siento afín a todo lo que hago, me representa aun cuando no funcione.

La ambición femenina 

Yo no tengo una ambición propia, pero tengo toda la ambición del mundo para cada película que hago. También vas cambiando con el tiempo, claro. Lo que quería era hacer una buena película, que yo sienta que al acabarla, con quienes hemos participado en ella, tengamos una concordancia y satisfacción hacia el resultado, tener la sensación de haber llegado hasta donde podíamos llegar.

Luego está la mirada del otro. Nuestro trabajo básicamente es la mirada del otro, entonces cuando en la mirada del otro percibes eso que buscabas a la hora de hacer la película, esa es mi ambición, el reconocimiento de los demás. De manera que todo está relacionado con las películas.

Me considero una mujer ambiciosa porque no concibo hacer algo que no tenga relevancia. Ese es mi punto de partida. Pero si la ambición es tener poder sobre los demás, me la suda, eso me da igual, esa no es mi aspiración.

¿La ambición es tener dinero? Bueno, es que si tengo para vivir y asegurar para que mis hijos vivan bien, no necesito más. De hecho no quiero crecer como empresa porque es que estoy tan a gusto con el equipo que tengo, con la vida que tengo, que no quiero más. Ahora sí: quiero lo que tengo, y lo quiero defender.

De la angustia a la calma

Tuvimos el primer gran éxito con B de Bárcenas (David Ilundáin, 2015), tuvo un impacto de prensa que me sorprendió mucho. Era jovencita y me dije ‘ a ver si eso me vuelve a pasar...’ Lo siguiente fue Estiu, entonces me dije ‘Oh my God!’ (se ríe).

Después de Estiu 1993 (aka Verano 1993, de Carla Simón, 2017), no me quería quedar en el espacio de haber sido la productora de una película, y que 20 años más tarde me siguieran presentando como la productora de ese filme en concreto. Tenía la ambición de asentarme porque había visto productores, más hombres que mujeres, que siempre eran identificados con producciones de años atrás, y desde entonces ¿qué?, ¿nada?

Pero tampoco puedes forzar las cosas. Nunca he elegido una película para conseguir algo, aunque una vez que la tengo, quiero conseguirlo todo para ella. Entonces cuando empezamos con Las niñas (Pilar Palomero, 2020), yo no tenía la menor idea de lo que iba a pasar con esa película, pero tampoco le ponía la carga de ser la siguiente después de aquel gran éxito (el de Verano 1993, multipremiada y representante de España en los Oscar).

Pilar (Palomero) me decía que después de Estiu cualquier cosa que hiciéramos sería menos. Y yo le decía que Estiu existe, y que nosotras haríamos la nuestra y estaría también muy bien. Después del éxito de Las niñas (cuatro premios Goya y tres Feroz incluyendo en ambas premiaciones el de Mejor película), y todo lo que ha pasado, sentí que me daba igual lo que me pasara, ya no tenía esa ambición, esa necesidad de demostrar nada más, dejé de sentir esa sensación de angustia de ser tomada en serio. 

También te digo que la menopausia sirve mucho, ¡que lo sepamos! (se ríe). Hay una liberación, te cambia el chip mental de tantas, y muchas cosas pasan a importante menos.

Otras misiones 

Los productores tenemos el deber de no encasillar a los actores. De hecho tengo que luchar constantemente en cada casting por que la calidad de la actuación esté por encima de mis prejuicios, de roles preasignados. También es verdad que trabajamos con (actores y actrices) no profesionales, pero siempre intento que sea para cosas que no podrían hacer los intérpretes profesionales.

Considero que actuar es una profesión y que cualquier otro rol que tenemos en una película, en un set, está cubierto por profesionales, y con los actores y actrices es igual. Entonces intento no caer en eso a menos que haya una justificación clara.

Historias mestizas

Un día me di cuenta de que la mayoría de los directores o directoras con quienes trabajo, son personas que han viajado y vivido en el extranjero conviviendo con otras realidades, entonces las historias que traen son mestizas en cuanto a sus experiencias propias.

Pilar (Palomero) estudió en Sarajevo en la escuela de Bela Tar, Carla Simón en la London Film School, Álex Lora estudió y trabajó en Nueva York, David Ilundáin estuvo en Cuba (en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños) como también Estíbaliz (Urresola Solaguren).

Se enriquece la manera de compartir su mirada porque al final a lo que le apuestas no es tanto a una historia, sino a la manera de contarla y desarrollarla.

Hacer de la industria cinematográica un lugar seguro

Es un tema complejo. En términos feministas cada día aprendo más, y llevo diez años aprendiendo de forma consciente. En el ámbito laboral lo que vamos a hacer de cara a futuros rodajes es comunicar al equipo que hay una persona de referencia para cualquier cosa que le genere incomodidad.

Sin embargo, desde hace diez años ya hacemos casting de equipos, es decir, una persona no puede en ningún momento desde la jerarquía, maltratar, despreciar, insultar, abusar a cualquier trabajador; que tú tengas un puesto alto en esa jerarquía o porque le estés pagando a una persona, no te da ningún derecho moral ni físico sobre esa persona. Me da el derecho a exigir que se presente a la hora, haga su trabajo y que se vaya cuando termine su horario, pero a nada más.

Entonces, ¿cuál es la diferencia? Que lo detectamos antes, quizás hace unos años tardábamos más en identificarlo, como también se creaba una especie de espacio de seguridad alrededor de la persona que había sido maltratada, pero ahora lo que vamos a hacer de forma clara, y me da igual quién sea, es expulsar al agresor.

No puede ser que la víctima sea aislada, porque a la persona que hay que aislar es al agresor, hacerle notar su comportamiento, y si no es capaz de reconocerlo ni de cambiar, pues se expulsa del set definitivamente. Eso a nivel de oficina, es muy fácil de hacer, y aunque a nivel de rodaje es más complicado, por suerte ahora nos damos cuenta de inmediato, hay conciencia, a diferencia de antes que nos tardábamos más en reaccionar.

Filmografía  (selección)

Los destellos (2024), dirección Pilar Palomero.

Reinas (2024), dirección Klaudia Reynicke. 

20.000 especies de abejas (2023), Estíbaliz Urresola Solaguren.

Sobre todo de noche (2023), dirección Víctor Iriarte.

Unicorns (2023), dirección Alex Lora.

La maternal  (2022), dirección Pilar Palomero.

Las niñas  (2020), dirección Pilar Palomero.

Estiu 1993 (2017), dirección Carla Simón.

Valérie Delpierre con la directora Estibaliz Urresola Solaguren y la productora Lara Izaguirre en el Festival Internacional de Cine de Berlín celebrando uno de los premios de 20.000 especies de abejas. Foto: Berlinale.

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